El Precio Del Poder; El mundo a
tu alcance
Que Tony Montana sea uno de los
gánsteres más famosos y memorables de la historia del cine no es casualidad, gracias
en gran parte al excesivo uso de la violencia, pero sobre todo por la
histriónica interpretación de su protagonista. Este proyecto que pudo ser
llevado a cabo por el tándem Scorcese-De Niro, cayó en manos de Brian De Palma
el cual contó con Al Pacino para el papel principal y con Oliver Stone encargado del guion el
cual hizo un exhaustivo estudio sobre el submundo del narcotráfico, lo que
llegó a ser decisivo para dar un mayor realismo a la cinta. Basada en un remake
de Howard Hawks de 1932, el protagonista pasa de ser italiano y apellidarse
Camonte a ser cubano y apellidarse Montana, y de ambientarse en Nueva York a
hacerlo en Miami, adaptándose así a los tiempos que corrían en 1983, cuando
oleadas de inmigrantes cubanos llegaban a las costas del sureste de EE.UU. y la
cocaína se hacía célebre entre las clases medias.

El film tiene varias
características que la hacen diferente de otras obras del género. En primer
lugar el film adquiere una dimensión política que hace que sea una película de
actualidad, en segundo lugar la violencia y el lenguaje fueron tratados con
mucho realismo, de hecho fue rechazada varias veces para su exhibición a un
público más amplio por ambas razones. En tercer lugar el tratamiento que se
hace de la época, en un territorio que parece ser el paraíso, con coches de
lujos, bellas mujeres, música psicodélica y ropa hortera, todo enmarcado en una
sociedad decadente. Y por último el inolvidable papel de Al Pacino como Tony
Montana, según él mismo, uno de sus favoritos de toda su carrera, no sólo
resalta por encima de un cartel de buenos actores secundarios como Michelle
Pfeiffer, Robert Loggia o F. Murray Abraham con una técnica más que eficiente,
sino porque es capaz de transmitir a la perfección el Yo masculino del gángster
moderno, el ideal latino, machista y autoritario, que quiere controlar
obsesivamente el territorio y pretende la dominación absoluta más que el dinero
o el lujo.
La película narra su ascenso y
caída como narcotraficante, huyendo de la Cuba castrista en busca del sueño
americano se encuentra con lo mejor y lo peor del sistema capitalista, como
diría el propio Tony "¿Sabes que es el capitalismo? ¡Joder y ser jodido!”.
Su vía hacia el éxito será mediante la
violencia, el asesinato y la venta de narcóticos, mundo en el que sube como la
espuma gracias a su falta de escrúpulos e irascibilidad, su fácil desenvoltura
en los bajos fondos y sus agallas. Encuentros y desencuentros con narcotraficantes locales,
colombianos y contactos internacionales le hacen llegar hasta la cima, el lujo
lo acompaña, y cuando consigue a la mujer de su jefe la publicidad de un
zepelín advierte “El mundo es tuyo”.
Tony así lo cree, el mundo le pertenece y a eso ha venido. Pero caer gradualmente
hacia la autodestrucción es inevitable en un mundo de naturaleza destructiva, el
deterioro de sus relaciones familiares y personales y sobre todo el abuso de la
cocaína, le arrastran hacia la decadencia y le empujan al límite, como dice el
estribillo de una de las canciones de la banda sonora. El efecto del polvo
blanco que le había ayudado a construir todo un imperio hace que ignore las
cámaras de vigilancia que había instalado para proteger su propia seguridad;
ironías del destino. Al final un lujoso adorno con luces de neón vuelve a
rezar: “El mundo es tuyo”.
La frase: "Lo único que da
órdenes en esta vida, son los cojones... ¿Tú tienes?"
El momento: El apocalíptico final
en el que Tony muere entre ráfagas de balazos en un momento álgido de euforia a
causa de la cocaína.
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