Ciudad de Dios; más cerca de la violencia
Ciudad de Dios es probablemente
una de las mejores películas jamás realizadas en América Latina y sin duda la
mejor protagonizada por niños, en esta cinta que brilla con luz propia y que bebe
de los estilos de Quentin Tarantino, Guy Ritchie y Martin Scorcese los
protagonistas son gángsteres adolescentes en los que su paso de la infancia a la
mayoría de edad se ve obstaculizada por la difícil existencia en una favela de Rio
de Janeiro. Ya se habían realizado otros films sobre favelas como Pixote, la ley del más débil u Orfeu y también se realizarían otras
notables como Tropa de élite pero
ninguna captó la esencia de una época y un lugar como en el film de Fernando
Meirelles.
Cuenta principalmente la historia
de dos chicos bien distintos a los que el destino termina por juntarlos de
alguna manera. Buscape es un niño sensible de la favela que crece sin meterse
en líos al ver como a su hermano le fue mal en el mundo de la delincuencia y
que sueña con ser fotógrafo algún día. Su dominio del territorio y su habilidad
para no mezclarse con quien no debe le convierte en un observador casi
invisible de su entorno lo que le llevará a ser un fiel testigo fotográfico de
lo que sucede a su alrededor. Por otra parte Zé Pequeño, a quien Buscape trata
de evitar a toda costa, es un brutal asesino, despiadado y sin remordimientos
que controla la mayoría de la favela tras haberse hecho con ella mediante
métodos violentos pero siguiendo la línea de quien todo lo quiere acaparar,
decide meterse en una guerra contra un capo rival que dejará la favela al borde
del caos. Al final se muestra como la existencia en Ciudad de Dios es cíclica y
parece que se da a entender que un sitio donde se han perdido los valores
humanos de empatía y convivencia nada se puede arreglar.
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Ze Pequeño en su ascenso al poder |
El rodaje estuvo acompañado de
dificultades, se le pidió permiso a un jefe local que accedió a cambio de
contratar a gente de su favela y uno de los protagonistas se empeñó hasta tal
punto en conseguir su papel, que se pasó varios meses viviendo en una favela,
todo esto aportó mayor realismo al film quizá por ello la violencia es
retratada con realismo y las situaciones llegan a incomodar pero tiene la
curiosa virtud de no llegar a ser visceral, gracias a una narrativa ligera, con
situaciones cómicas y personajes desenfadados. El ritmo es frenético, la voz en
off ayuda a entender como se entrecruzan con maestría varias historias y
personajes distintos, los guiños cinematográficos al cine anglosajón de
gangsteres de las últimas décadas están presentes así que los acercamientos de
zoom e imágenes impactantes abundan. En definitiva Ciudad de Dios es un soplo de aire fresco al género y una película
de altísimo nivel.
La frase: “En Ciudad de Dios si
corres te cogen y si paras te matan.”
El momento: El apocalíptico final
en el que los raterillos matan a Zé Pequeño en acto de venganza.
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